Ante la emergencia: una propuesta concreta para los escritores y todo el ecosistema del libro

Nadie pone en duda que vivimos una situación de emergencia global que, dentro del ámbito que nos compete, afecta a los escritores, agentes, editores y libreros de todo el mundo por igual. No sabemos cuándo y cómo saldremos de esta situación, pero imaginamos que sus consecuencias se llevarán varios meses. Existe un complejo tejido, construido desde que se inventó la imprenta y la gente comenzó a poder leer, que se ha interrumpido. Necesitamos que no se dañe.

Las industrias culturales, que, de manera absurda, muchos insisten en considerar no prioritarias, ya están afectadas y lo estarán un buen tiempo más. Ateniéndonos al mundo del libro, y a la necesidad de sostenerlo de alguna manera, hay algunas propuestas que se pueden implementar. Y confío en que otros aporten algunas más.

Hay que encontrar un paliativo, que permita ayudar a cubrir el hueco que deja, desde hace casi un mes, paralizada la circulación de dinero, las librerías cerradas y las editoriales llenas de los libros que no pudieron lanzar, apilados en los depósitos, sin saber cuándo podrán circular.

La paralización de la venta paraliza los ingresos de las editoriales, que, según su tamaño y sus espaldas financieras, comenzarán a tener dificultades para cumplir con sus compromisos de pago. A las librerías, que ya no tenían reservas, la deja en pésima situación.

Más difícil aún, por su precariedad, es la situación de los escritores y las escritoras, cuyos ingresos, por lo general en niveles de subsistencia, se verán afectados. Aunque los talleres literarios, de los que muchos viven, podrán mantenerse de forma digital, y sé que ya lo estén haciendo, los integrantes de estos talleres, escritores o aspirantes a escritores, también tendrán dificultades para pagar su participación. Los esfuerzos deberán pedirse a todas las partes, proporcionalmente a los recursos de cada quién. Es el momento en que los más poderosos de la industria editorial reaccionen. No hablo de pedirles solidaridad, sino de cuidar su negocio futuro.

 Los lectores, los lectores de toda la vida, nunca dejarán de leer. Quizás los compradores de best sellers restrinjan sus compras, y eso es malo para todos. Quienes publican para estos clientes volátiles, compradores ocasionales, no se podrá sorprender.

Los lectores literarios, los que leen novelas, cuentos, poesía, ensayos científicos o de divulgación, harán todos los esfuerzos posibles por seguir leyendo, de la misma manera en que lo han hecho siempre: sacrificando otras cosas. Pero hay que ayudarles a que puedan seguir haciéndolo, y hacerlo ya.

 Regalar libros electrónicos suena más a propaganda que a solidaridad real. La gente quiere libros de papel, los e-books, en diez años no han llegado al 5% del total de libros vendidos. No veo sentido regalar lo que la gente no parece querer.

Desde el ámbito público, además de las medidas generales de las que cada país habla para apoyar a los autónomos, a los trabajadores irregulares (que no son culpables de serlo), y a quienes tienen menos ingresos o ninguno, en el mundo del libro, desde el autor al lector, se requiere una rápida acción oficial para llenar las bibliotecas y los colegios de todo tipo de libros, al día siguiente de que abran, no unos meses después. Los países del hemisferio sur, que no pudieron comenzar su ciclo lectivo anual (marzo), que lo recomiencen llenos de libros, lo mismo quienes vieron el curso interrumpido a la mitad. Los alumnos tienen que comer, pero también tienen que leer para aprender, si no lo hacen, nunca podrán salir de la situación de precariedad.

Las bibliotecas tienen que recibir dinero, no libros, con la obligación de comprarlos en la librería geográficamente más cercana. Hay que enviarles dinero con la velocidad que exige una emergencia, todo el dinero disponible del presupuesto del año, más un suplemento por la emergencia.

Los libreros deben comprar los libros que les pidan las bibliotecas a sus proveedores habituales (editoriales o distribuidoras), comprometiéndose ambas partes a considerarlas operaciones especiales, que serán pagadas al proveedor de inmediato, fuera de la operatoria habitual, que ya estaba dañada, sin considerar las deudas por compras anteriores.

Los ministerios de educación y cultura, a nivel nacional, estatal, provincial y municipal, tienen que comprar con urgencia libros para los colegios, tanto libros de enseñanza, como libros complementarios para la biblioteca del aula o escolar. Estos libros los tienen que comprar a las editoriales, con los mecanismos habituales, y pagarlos a gran velocidad.

Las editoriales, que recibirán un volumen de ventas inesperado, deben pagarle a los autores los derechos provenientes de estas ventas de inmediato, mediante una liquidación fuera de la rutina habitual, de carácter excepcional.

Al mismo tiempo, es un buen momento para detener o ralentizar (en realidad la situación ya lo detuvo), el exceso de novedades que se venían publicando mensualmente, libros condenados a la destrucción y descatalogación, y dedicarse a poner a la venta, a precios reducidos, los stocks de libros que tienen años, y estaban destinados a la destrucción. Estos “excedentes”, se destruían para no enturbiar el mercado. El mercado hoy, más turbio no podría estar, aunque no sea por razones provocadas por el mundo de la edición.

Muchos de esos libros que las editoriales consideran invendibles, o de muy baja venta, suelen ser libros excelentes, y por eso se venden poco. A precios reducidos, habrá muchos lectores dispuestos a comprarlos.

Las editoriales podrán llegar a acuerdos, que no dudo que serán muy rápidos, con los autores y con sus agentes literarios, para pagar los derechos de autor producto de estas ventas especiales, en la proporción que corresponda.

Una condición fundamental, es que los derechos de autor correspondientes a todas estas ventas especiales, tienen que pagarse al autor de inmediato, en forma mensual, de manera excepcional y mientras duren estas operaciones, algo fundamental para ayudar al principal proveedor de las editoriales (los autores), a que pueda sobrevivir y seguir escribiendo.

Los estados, y las editoriales también, tienen procesos burocráticos complicados, que solo se podrán resolver con el esfuerzo de las personas que trabajan allí. El mundo de la edición, que conozco bien, está integrado por trabajadores y trabajadoras eficientes, solidarios y voluntariosos, que, si se lo proponen, son capaces de resolver en días lo que, siguiendo los sistemas administrativos de periodos de normalidad, no podría funcionar ni rápido ni bien.

Esta propuesta se basa en dos cosas: que los lectores puedan comprar buenos libros a precios bajos, que los organismos oficiales abastezcan rápido a bibliotecas y colegios, que las compras de las bibliotecas las haga cada una, a su criterio, que sin duda es el bueno, a través de las librerías, y que todas estas operaciones se consideren excepcionales, para darle una veloz circulación al dinero, que los autores, las editoriales y las librerías, lo reciban ya.

 

 

12 comentarios en “Ante la emergencia: una propuesta concreta para los escritores y todo el ecosistema del libro

  1. Buen artículo aunque no acuerdo con la estadística del ebook. Es cierto que casi todos los lectores, sobre todo de literatura, idolatran y sobreestiman (con perdón) la lectura en papel: posesión del objeto, «el olor a tinta», zona de confort, tradición o porque se le da la gana. Sin embargo, he comprobado que cuando entienden que PDF no es ebook y conocen el funcionamiento (y ventajas) del ebook muchos cambian de hábitos. En resumen, aunque resulte incomprensible, muy pocos conocen el ebook y los dispositivos para su lectura placentera.

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  2. Hola, siempre me interesan mucho tus artículos pero en este caso no estoy de acuerdo con esa cifra del 5% que das para el ebook. ¿De dónde sale? Si sale de las estadísticas oficiales del ISBN, es irreal porque la mayoría de los ebooks NO llevan ISBN.
    El único que sabe lo que realmente está pasando con el ebook es Amazon y algunas asociaciones de autores independientes norteamericanas. Y cuando sale algo de esas fuentes, las cifras del consumo de ebook suelen tener dos dígitos.
    Gracias y mucho ánimo con la pandemia.

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  3. Sobre las propuestas de Willie Schavelzon ( 25-3) y CAPLA ( 27-3)
    Ricardo José Mulleady, Librería y Santería San José, Arrecifes, (02478) 45-3530 libreriaysanteriasanjose@gmail.com
    1) Conabip, para la suspendida Feria del Libro de CABA , que vaya saber si se va a hacer, y si se logra hacer, cuándo sería, iba a pagar los traslados de los directores de bibliotecas de todo el país por uno o dos días y les daría cheques por el 50 % de descuento. Si se cuenta con este dinero podría ir 35 % a la distribuidora o editorial y 15 a la librería que seguramente se va a tener que hacer cargo del flete y además entregarlo a la biblioteca que hizo el pedido. La operatoria debería ser simple, ágil, no como fue el Plan de Mejoras para Escuelas Técnicas y Agrarias que se implementó, más o menos entre 2006 y 13 o 14, pero que tardaba dos años en terminar la gestión desde que se hacía el pedido y la factura de la librería hasta que llegaba el cheque que terminaba usándose para una compra parcial del pedido original, dada la inflación, que a las librerías que lo hicimos, al menos cuando se juntaban varios pedidos fue rentable.
    2) Siempre o al menos hasta hace unos años en que había grandes compras del estado nacional, se decía que éste, seguramente con acuerdo de las editoriales, fijaba el precio de tapa, y se pagaban las compras al 50 % de ese valor y se pagaban rápido.
    Que se implemente la compra por el estado nacional, y eventualmente los estados provinciales y / o municipales, deja afuera a las 800 librerías independientes del país. La excepción creo, es solamente la de Córdoba donde Calipacer hace muchos años organizó, junto con el gobierno provincial, un sistema de compras por la provincia dándole el dinero a las escuelas y comprando estas en las librerías de la ciudad o zona más cercana y asegurando que hubiera vendedores a todo lo largo y ancho de la provincia. La librería acerca una oferta amplia de títulos, autores, editoriales, que garantiza una bibliodiversidad no reducida a los pocas 2 o 3 grandes del rubro (Santillana y grupo Mc Millan ahora). Para que esto se logre se debe excluir, prohibir, la venta directa de la editorial a través de sus promotores. Esto va a pasar en CABA, en GBA y en diversas zonas del interior del país como repetidamente se han quejado libreros de esas zonas sin lograr más que un documento denunciando el hecho, por CLI primero, LIRA después. A mí me pasó un año con Ediba, que hizo venta directa en dos escuelas. Me quejé a todos los lugares que se decía que había que hacerlo (editorial, CAP, informé a CAPLA, lo denuncié en Secretaria de Defensa del Consumidor, a niveles municipal, provincial y nacional, y a AFIP Pergamino. A fin de año, cuando vi en sus afiches en las escuelas el tel (03461) de San Nicolás y el mail del promotor, le escribí a él también, informándole que si lo volvía a hacer demás de que iba a repetir los pasos anteriores, también lo iba a denunciar a AFIP y DGI San Nicolás. No lo hizo. Cuando de una escuela lo llamaron para comprarle les aclaró que solamente era promotor y no podía vender, que adquieran a una librería. Esas ventas, directas a los padres, habitualmente son en negro y las librerías quedan afuera del negocio. Todo caso pedir a Calipacer que explique claramente cómo se implementó el sistema, porque al menos yo, en forma clara, comprensible, no se lo escuché decir nunca ni a Nelda Abed, ni a Daniel Bucciarelli, o a algún otro librero cordobés, por ejemplo, que siempre se refirieron al sistema muy por arriba. Lo que podrían hacer los promotores si los van a hacer jugar, es llevar sus ofertas y novedades a la librería. Y el librero podrá fácilmente organizar una exposición con un gran surtido de títulos, y autores por materia, o área del conocimiento y por curso, exclusiva para docentes. Por supuesto es mucho más fácil organizar la compra provincial al menos de provincias chicas (todas menos Bs As) en librerías de la provincia. Sea que se haga desde el ministerio mismo en una compra centralizada, con riesgo de que pierdan las librerías porque seguramente van a comprarle a la editorial; o a través de las escuelas mismas, de modo que sí lleguen a participar del negocio las librerías. Si se cotejan los datos que tienen CAPLA, CAL, Fundación El Libro, se reúnen los de esas 800 librerías independientes, de las que se puede informar a los organismos estatales que intervengan. 3) Se debería implementar una normativa, manual de procedimiento, de buenas normas, de ética, como se lo quiera llamar, por el cual lo ideal sería que primero las editoriales informen primero a los autores, por si quieren adquirir el saldo, segundo, por ejemplo a través de V+L que sería un “medio suficiente”, la lista de títulos a descatalogar primero y a destruir después, si se pudiera informar el stock remanente, precio de venta y fecha límite para hacer los pedidos y retirarlos y de dónde se retira. El flete o retiro debería estar a cargo del librero comprador. El pago debería ser de contado. Y recién en tercer término, acabada la venta a autores y a librerías, se podría vender, liquidar el stock remanente a salderos y bibliotecas, organismos estatales, nacionales, provinciales o municipales. CONABIP, Dirección Nacional del Libro, Consejos Escolares, etc. sólo podrían entrar a comprar en esta tercera etapa de venta de saldos. Y de última, antes de la destrucción, sería mejor que los saldos no vendidos se donen a CONABIP, Dirección Nacional del Libro, ministerios de educación nacional y provinciales, para distribuirlos en bibliotecas, escuelas, diversos centros, etc. 4) ¿Qué pasaría con las obras que son de dominio público? ¿Las editoriales podrían donar ese porcentaje como el que le corresponde al autor, a un fondo como el que proponen las diversas leyes de promoción del libro, o serían justa ganancia de la editorial?
    5) Esta propuesta no tiene en cuenta dos cosas que puede que estén afectando mucho a la librería y a toda la cadena comercial: las fotocopias e Internet. Mi hija, 15 años, 4º año EET (especialidad Multimedia) no recuerdo que haya comprado textos escolares el año pasado. Y este año seguro que no compró. Los docentes no se manejan con textos escolares. El año pasado en Lengua o Literatura, habiendo por lo menos dos ediciones de Romeo y Julieta en la librería, tuvo que fotocopiar la que la profesora dejó en una papelería escolar, para trabajar con el mismo texto y traducción que el resto de sus compañeros. La UNSADA, dice en su folletería de promoción que subsidia 1.800 fotocopias mensuales por alumno. La UNSADA existe porque, en la práctica, se decidió una intervención por la UNNOBA. Por lo que puedo suponer lo mismo de la UNNOBA. Acá hay varios abogados recibidos en la filial Zárate de la Un Lomas de Zamora. A lo sumo compraron un código alguna vez. En toda la carrera solamente usan fotocopias. Mi hija fue a fotocopiar algunas guías de trabajos prácticos para este tiempo, la investigación la hizo por Internet, en algún caso (Apreciación Musical) por Youtube, los trabajos prácticos los envió por mail o a alguna red o grupo, Mi mujer, profesora de filosofía y educación para la ciudadanía o como se llame ahora, con muy poco manejo de TICs, aprendió algunas cosas que le enseñó nuestra hija, dejó algunas guías en una fotocopiadora y también envió los trabajos de esa manera, y así los recibe de sus alumnos y reenvía las correcciones y notas. A algunos de los cursos no llegó a darles clase.
    Muchas gracias por este trabajo. Los saludo cordialmente: Ricardo José Mulleady

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  4. Propuestas muy claras, que no deberían ser difíciles de implementar, si existe la voluntad de hacerlo.

    Tengo una observación, sin embargo:

    «Los lectores literarios, los que leen novelas, cuentos, poesía, ensayos científicos o de divulgación, harán todos los esfuerzos posibles por seguir leyendo» y añado, ¿excepto si se les obliga a hacerlo en soporte digital?

    Entiendo y puedo compartir que regalar pdf no soluciona absolutamente nada, y que suena a propaganda, pero no veo la relación entre ser lector literario y leer exclusivamente en papel, y en obviar que el libro electrónico cumple su función y tiene su público (ahora mismo, el más afortunado y no por los regalos que haya podido recibir en estos días…). Si hablo en términos de pdf, y no de libros electrónicos, es porque es precisamente esto lo que están regalando las editoriales que se han brindado a hacerlo y creo, sinceramente, que son cosas distintas.

    Personalmente, no creo que la disyuntiva papel/digital aporte nada al sector, más bien todo lo contrario. Por lo demás, tiendo a pensar que los lectores literarios, por emplear tu mismo adjetivo y si me permites usar la primera persona del plural, leemos en papel, en digital y en cualquier otro soporte que nos pongan delante.

    Insisto, buenas propuestas, ojalá lleguen a quienes tienen la capacidad de intervenir en el asunto y de ayudar a superar esta situación.

    Gracias de antemano, Guillermo.

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