Youtubers, la nueva forma de vender libros

1 logo youtubeGermán Garmendia, un chileno de 26 años, tiene un canal de YouTube con 28 millones de suscriptores, a quienes les recomienda –entre otras cosas— lo que tienen que leer. Sus consejos son tan determinantes para la venta de libros, que hoy los youtubers absorben toda la atención y gran parte del presupuesto de promoción, de las editoriales más poderosas. Les envían ejemplares de prensa antes de que la edición entre en circulación, los invitan a desayunos en sitios elegantes, donde le presentan autores y próximas publicaciones, los agasajan y los atienden con el mimo y la dedicación con el que se reimprimen y venden los libros que ellos recomiendan. En cuanto se puede, los convierten en autores de sus propios libros. Los youtubers, su estética y su nivel, no son una banalidad: son un horror.

2 German con su libro

Para los defensores del libro tradicional, es un alivio saber que youtubers con más de 20 millones de suscriptores, quieren tener un libro publicado en papel, aunque solo se vendan cien o doscientos mil.

Cada vez hay más editores fascinados por este fenómeno, aunque no me queda claro si la fascinación es una preocupación, o solo un comprensible interés por la facturación.

Germán Garmendia fue invitado a la feria del libro de Buenos Aires, atendido como gran estrella (que sin duda lo es) para promover Chupaelperro, su propio libro. Alojado en el mismo hotel en el que estuvieron los Rolling, Germán no se mueve sin custodios. Apenas llegar, se sorprendió al enterarse de que Mafalda era Argentina.

Su presencia en la feria requirió que se habilitara un pabellón especial para él, con entrada independiente por otra calle. La cola fue de tal magnitud, que requirió el auxilio de un cuerpo antidisturbios. Venía de la feria del libro de Bogotá, donde el enorme recinto ferial se colapsó el día de su presentación, y tuvo que salir oculto en una ambulancia. La gira de presentaciones terminará en julio, en España.

¿Qué será lo que conmueve a Germán al encontrarse, en una feria del libro, a mil o tres mil personas escuchándolo, cuando él solo, desde la habitación de la casa de sus padres, tiene cautivados a 28 millones que lo escuchan y lo miran cada día?

Hubo una época en que la crítica determinaba la venta de los libros. Hoy lo hacen cientos de youtubers como Germán, a quien vale la pena ver en acción:

https://www.youtube.com/watch?v=0pSj2LLfwPE

El fenómeno es más que curioso, no se trata ya de la sociedad del espectáculo, sino de la del horror.

3, german expresivo

No todos los youtubers recomiendan libros, la mayoría busca mejores negocios. Como la británica Zoe Sugg, “Zoella”, cuyo blog tiene más de diez millones de seguidores, y también quiso publicar su libro, que aquí vemos ofreciendo con una alegría desbordante.

Zoella se dedica a Beauty, Food, Style, Shop. Solo ocasionalmente recomienda libros. Cuando publicó el suyo, en la primera semana se vendieron más ejemplares que Harry Potter, con cuyo lanzamiento coincidió. Cuando una seguidora sugirió que no lo había escrito ella, enseguida explicó: “Todo el mundo necesita ayuda cuando intenta hacer algo nuevo”.

4 Zoella

Siempre fui un defensor de que los libros se difundieran de todas las formas posibles. Al final –pensaba yo- siempre habrá alguien que se acerque a leer por primera vez. Hasta que recibí una de las grandes lecciones de mi vida.

En aquellos años en Argentina, el programa más exitoso de la televisión (ocho millones de televidentes cada día), era un magazine conducido por Susana Giménez, una ex modelo, ex actriz, personaje principal de la farándula, ex novia de Carlos Monzón, un boxeador que llegó a ser campeón del mundo, que poco después discutiendo con su segunda mujer la golpeó salvajemente, la estranguló, y la arrojó por el balcón del piso catorce.

5 Susana Giménez

Yo no pensaba en todo esto cuando le recomendé a Benedetti aceptar la invitación al programa “Hola Susana”, que transcurridos 30 años y operada 30 veces, sigue en la televisión. Benedetti me miró, y me dijo con toda tranquilidad: “no tiene sentido que vaya a programas en los que a mis lectores no les gustaría verme”. Me puse rojo de vergüenza.

La presentación que más impacto me produjo en muchos años, por su diferencia con lo habitual, fue la de Diego Armando Maradona, cuando publicó su autobiografía Yo soy el Diego. Como no tengo formación ni experiencia futbolística, me impresionó ver un salón con más de mil periodistas, y un Maradona que con gran habilidad dirigía personalmente la rueda de prensa, decía a qué iba a responder y a qué no, permitía hablar o mandaba a callar, y después de dos horas en las que la atención no decayó, un locutor se acordó de decir que estábamos en la presentación de su libro. El fútbol, claro, era el único enorme espectáculo de la vida cultural. Quizás ahora haya aparecido un competidor.

Los youtubers recién están aprendiendo a convertir su gran audiencia en un negocio suculento. No en vano YouTube es una compañía de Google, una empresa para la cual la información no es una misión, sino una forma de ganar dinero. Como la FIFA, pero mejor. Para quien le interese, estos son los diez youtubers que más ganan: https://goo.gl/hn96VP

Lo fantástico de este soporte, como otros del mundo digital, es que no necesitas que nadie contrate tu colaboración, que ningún jefe de redacción te imponga criterios, que ningún corrector te revise la gramática, que ningún editor te haga sugerencias o te diga qué hacer. Por eso dicen que el mundo digital es tan democrático: cualquiera puede hacer lo que quiere. Como en este mismo blog.

En el mundo del libro, frente a lo que está sucediendo, quizás ya no tenga sentido enviar libros a los críticos y los suplementos literarios, que apenas una minoría sigue leyendo.

“La civilización está cambiando”, dijo en Bogotá el escritor Juan Esteban Constaín, ante una mayoría de gente que considera todo esto como democracia.

 

20 comentarios en “Youtubers, la nueva forma de vender libros

  1. Las fronteras de los géneros, de los estilos, de los tipos y, en este caso, de los cánones se ha destruido. Yo era – aun soy, pero ahora solo un 95%, con error de +/- 4.5% – de aquellos puritanos que no entendía como era posible que jóvenes se tragaran los videos de estos individuos. Reconozco que algunos eran simpáticos, pero no entendía esa locura de estar pendientes a cada segundo de aquello que subían y, en muchos casos, como seguían al pie de la letra sus consejos. ¿Cómo un joven prefiere leer un texto de 250 páginas de un Youtuber en lugar, por ejemplo, disfrutar de los consagrados, de aquello que día a día se va modificando: el canon.

    En un momento de ocio me puse a buscar, por internet, esos famosillos rankings de libros – internet tiene de todo – así como las reseñas o recomendaciones. Encontré uno que me llamó mucho la atención sobre Stephen King, autor que – dicho antes – no leo mucho y, por lo mismo, me pareció interesante en ese momento: buscaba un libro para leer simplemente. Solo había leído «El resplandor». Llegué a este individuo: Dross. Tiene un par de rankings y recomendaciones de libros super interesantes, valió el tiempo invertido.

    En un viaje de pasantía, el año pasado, a Buenos Aires – a la Fac. de Letras de la UBA, por un semestre – estaba la Feria del Libro, increíble una verdadera Feria Internacional del libro: Coetzee, Vargas Llosa entre otros se presentarían; pero como dices el gran atractivo eran los Youtubers. En mi pieza de residencia, compartida con otros tres individuos – muy simpáticos – comencé a intercambiar opiniones sobre Dross – uno de los que estaba allí era asiduo a él. Fuimos a la Feria. Yo buscaba unos libros de Pynchon para mi. Justo estaba Dross. Compré su libro de humor negro como, justamente, una humorada, mi compañero lo compró y se puso en fila, junto a mi, para que éste se lo firmase. La fila era larga, la tuvieron que cortar y nos quedamos a 10 personas de poder tener la firma. Nos fuimos, sin mis libros de Pynchon pero con un libro de un Youtuber que estaba en la misma bolsa que los libros de Foucault que compré. Una noche, con ganas de despejarme, tomé el libro de Dross, lo leí y, si bien es cierto no me reí como se supone debería, me entretuve. Lectura sencilla que cumplía su objetivo. Pensaba, ¿hay niños de 10 años que estaban con sus padres y este libro en sus manos, esperando su firma – sus padres acaso no lo leyeron? La expresión «me cagó en Dios y en todos los santos» estaba al inicio.

    Un compañero de residencia quería ir a la feria, fuimos, otro día. Un mar de personas. ¿Quién estaba? Germán Garmendia. Nos demoramos horas en entrar, el caos en su interior, a él le gustaba Germán. Yo no podía entender. Pero allí me vino la duda existencial: ¿prefiero que lean esto a que no lean nada? No lo sé, quizás sí. Pero luego vino la otra arista, justo lo dices: las editoriales ahora se centran en ellos, textos que quizás carecen de profundidad, textos que solo venden, mas no traspasan el negocio. ¿Dónde está, por ejemplo, esos autores que publican de su bolsillo y que, la verdad, son muy buenos pero se ven condenados a un perfil más que bajo, mereciendo mucho más? ¿Que pensará, por ejemplo, Roth, Auster y Pynchon al ver sus libros opacados, por la misma editorial, detrás de German? No lo sé. La respuesta quizás es que hoy, tal vez siempre ha sido así, la literatura, es un negocio, solo que antes «nos escondíamos» con la etiqueta de «calidad» – ¿qué hace que un libro sea mejor que otro? – y nos avalábamos a la espalda de Cervantes, Dostoievski, Gogol, entre otros y hoy, desde el Olimpo, escupimos en lo que está al frente … la cultura de la instantaneidad, pueril y banal – para nostros – pero, un Olimpo verde para el resto.

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  2. «En el mundo del libro, frente a lo que está sucediendo, quizás ya no tenga sentido enviar libros a los críticos y los suplementos literarios, que apenas una minoría sigue leyendo.»

    ¿Esto no contradice un poco lo que dice usted,Willi,
    en otra nota publicada titulada «El fin de los libros»?
    El 60% de que usted habla allí no es una minoría, ¿o si?,
    ¿o una minoría respecto a qué número?

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  3. […] Germán Garmendia, un chileno de 26 años, tiene un canal de YouTube con 28 millones de suscriptores, a quienes les recomienda –entre otras cosas— lo que tienen que leer. Sus consejos son tan determinantes para la venta de libros, que hoy los youtubers absorben toda la atención y gran parte del presupuesto de promoción, de […]  […]

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  4. El medio importa. No es lo mismo leer en un rollo (o volumen) que en un códice, una PC, una tablet, un reader o un smartphone. Según el historiador francés Roger Chartier, restituir el proceso por el cual las obras adquieren sentido exige considerar las relaciones establecidas entre tres polos: el texto, el objeto que lo porta y la práctica que se apodera de él. Para Chartier los lectores encuentran inscritos los textos en un objeto cuyos dispositivos y organizaciones guían y constriñen la operación de producción de sentido.

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  5. Wow! Brutal articulo, me parece más que interesante todo lo que has contado y tus opiniones. Con tu permiso lo comparto. Por cierto… alucinada con la anécdota de Benedetti. Genial como siempre el hombre

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  6. […] Germán Garmendia, un chileno de 26 años, tiene un canal de YouTube con 28 millones de suscriptores, a quienes les recomienda –entre otras cosas— lo que tienen que leer. Sus consejos son tan determinantes para la venta de libros, que hoy los youtubers absorben toda la atención y gran parte del presupuesto de promoción, de…  […]

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  7. Lo interesante del fenómeno es que un youtuber con millones de seguidores necesite de un libro en papel para validarse. Un youtuber por editorial independiente y la literatura (esa que nunca llega a las grandes editoriales) está salvada.

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  8. Tengo un canal de youtube con entrevistas y recomendaciones de libros; cada vez subo menos contenido ¿La razón? Las grandes editoriales me envían gacetillas de prensa con escritores y libros que me interesan poquísimo (últimamente promocionan a gente que paga por autopublicarse) Otro fenómeno que se ha dado en los últimos dos años, es que algunos escritores interesantes (o medianamente interesantes) han dejado de presentar sus libros en Barcelona y sólo pasan por Madrid, pero ese es otro tema…
    Lo que quiero decir es que este reinado de la idiotez del mundo youtuber es una corriente generalizada y global. En los youtubers aparece más marcado el signo de esta época; pero las editoriales (fundamentalmente las grandes) tampoco son ajenas al consumo rápido, ligero y rentable. Por ello apuestan a la ausencia de complejidad e invisbilizan o minimizan las publicaciones más intelectuales o más artísticas.

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  9. ¿Seguro que ayuda a vender libros? Es decir, las ventas totales de libros de librería suben en Chile? O ayuda a verder determinados títulos? Creo que, como siempre, lo masivo -con todo el respeto- es significado de trivialidad.

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Replica a Nina Peña