¿Cuánto vale una novela?

 

¿Cómo establecer el precio que paga un editor al autor por una novela o un libro de no ficción? ¿Por las horas de trabajo que le llevó escribirla? ¿El costo de los cigarrillos que consumió durante la escritura, como dijo García Márquez? ¿Las necesidades del autor? ¿Las expectativas del editor?

Una de las cuestiones más difíciles de la relación entre un autor y su editor, es el tema del dinero. Nada más difícil que ponerle precio a un manuscrito.

Lo que está en juego es la diferencia entre el valor y el precio de una obra.

“Solo el necio confunde valor y precio” escribió Machado y cantó Serrat.

Los anticipos han generado una leyenda urbana sobre lo que cobran algunos autores por sus obras. Periodistas ávidos de noticias del mundo de la edición, en lugar de hablar de libros insisten en señalar los millones que cobran algunos escritores. La realidad no parece ser noticia: el 90% de los libros son contratados con anticipos que no llegan a los 5 mil dólares o euros. En Francia, solo el 2% de los autores que publican viven de sus derechos de autor.

El escritor latinoamericano –dice Matías Rivas, editor de la Universidad Diego Portales de Chile—, no gana mucho dinero, y trabaja lo mismo que el noruego o que el norteamericano. Lo primero que tienes que saber es que estás trabajando con una persona pobre con problemas para llegar a fin de mes.  (Babelia, 14 noviembre de 2015).

Lo que autor y editor negocian es el precio, no el valor de la obra escrita, y eso produce un verdadero cortocircuito. El valor lo establecerán los lectores, a veces después de mucho tiempo. Por eso “los escritores… por muy bien que se les pague, jamás pensarán que es suficiente”  (Raymond Chandler).

Lo que se publica en los medios

Es habitual leer sobre “los millones” de anticipo que ha cobrado algún autor. Eso sucede siempre en Estados Unidos, un país con pautas culturales y un comportamiento social diferente, difícil para tomar como modelo. Allí el precio de la contratación de una obra literaria, es una parte del valor de la misma. Los escritores publicitan las cifras que cobraron como un mérito, es parte del marketing de un autor.

Cuando se pagan millones, rara vez lo reciben escritores, más bien son políticos o grandes estrellas del espectáculo que se comprometen a escribir sus memorias. Bill Clinton cobró más de diez millones, igual Henry Kissinger, pero novelistas, muy pocos.

 escritores que más ganan

A los estadounidenses les encantan los rankings  como sistema de valoración. Por eso ya sabemos quiénes son los escritores que más ganaron en 2015, según la revista Forbes. Por ingresos de mayor a menor:

  1. James Patterson
  2. John Green
  3. Veronica Roth
  4. Danielle Steel
  5. Jeff Kinney
  6. Janet Evanovich
  7. J. K. Rowling
  8. Stephen King
  9. Nora Roberts
  10. John Grisham
  11. Dan Brown
  12. Suzanne Collins
  13. Gillian Flynn
  14. Rick Riordan
  15. E. L. James
  16. George R. R. Martin

De este listado, 14 son estadounidenses y 2 británicas. Una buena muestra de lo que se vende masivamente: solo escritores anglosajones. Y una buena muestra, también, de qué es lo que lee la mayoría de la gente.

La autora de la saga Harry Potter, que aparece como número 7 pese a los años transcurridos desde su publicación, tiene un gran récord: lleva acumulados ingresos por 800 millones de euros. Antes, pasó muchos años de penuria: ella  y su agente recorrieron más de 20 editoriales inglesas con el manuscrito del primer volumen, que fue rechazado por todas, hasta que una se animó a publicarlo. Lo logró a fuerza de tenacidad y constancia, cobrando anticipos muy bajos.

Los anticipos en España y América Latina

En los años 80 algunos editores decían “los anticipos nos están hundiendo”, comentario que expresaba un victimismo sin fundamento, que en realidad hablaba de la creciente intervención de las agencias literarias en las negociaciones, modificando antiguas reglas del juego. Ninguna editorial compra un manuscrito si no quiere hacerlo.

En el mundo de libro, a diferencia del cine o la televisión, el autor gana un porcentaje sobre los libros vendidos, convirtiéndose en una especie de socio o asociado del editor. En el cine lo más habitual es pagar una suma fija por cada contratación, ya sea de la novela, del guionista, de los actores principales o el director. El éxito o fracaso posterior, es un riesgo o beneficio del productor.

Las editoriales también asumen riesgos, en especial cuando pagan al autor un anticipo a cuenta de ventas futuras que no saben si se producirán o no, con excepción de aquellos autores consagrados, de éxito comercial garantizado. Asumen riesgos en la estimación del anticipo para asegurarse la obra, otras veces porque creen en el autor y anticiparle un dinero es una forma de ayudarle a terminar la obra.

¿Quién le paga al autor?

El que le paga al autor es el lector, que al comprar un libro entrega una cantidad de dinero, de la que una parte irá al autor. Todos los integrantes de la cadena del libro, el librero, el distribuidor, la editorial, el agente, terminamos siendo gestores de un dinero que el lector, aunque no sea consciente de ello, decidió confiarnos para que llegue a su destino.

Por razones difíciles de explicar, hace cien años se estableció que el autor cobraría un 10% del precio de venta del libro, y se mantuvo la costumbre. El origen, por lo que he podido saber, está en que la industria editorial del siglo veinte tenía un margen medio de ganancia del 10% de la venta. Fueron equitativos, ofreciendo al autor el mismo porcentual.

Con la concentración en grandes grupos mediáticos, las exigencias del margen de ganancia subió, casi se duplicó. Y con la llegada de los financieros al frente de las editoriales, la forma de hacer las cuentas se sofisticó, las editoriales miran qué rentabilidad aporta cada título publicado (y cada autor, y cada editor, y cada agencia literaria). Es un cambio conceptual en la idea del anticipo, porque si a un autor le dieron 5 mil euros, aunque las regalías por la venta de ejemplares no alcancen a cubrirlos, eso no quiere decir que la editorial haya perdido dinero. Un título puede no haber cubierto el anticipo, y sin embargo dejar ganancias a la editorial, y eso es lo que importa.

Conocí autores cuyas ventas no alcanzan a cubrir el anticipo recibido, y se quedan con la sensación de que “le deben dinero” a su editorial, cuando en realidad los anticipos no son reembolsables, representan el riesgo que corrió el editor, como el coste del papel, la impresión y muchos otros gastos que implica publicar.

¿Cómo se calcula un anticipo?

El anticipo no es una lotería en manos de jugadores, es una cifra racional, que surge de un cálculo aritmético, y expresa más las expectativas del editor, que la habilidad negociadora del autor Si el editor estima una venta de 5.000 ejemplares a 15 euros cada uno, de los cuales 1,50 serán para el autor, la venta totalizará 7.500 de derechos de autor. Un editor ofrecerá, en este caso un anticipo entre 2.000 y 4.000 euros. Si el libro vende poco, el editor no recuperará lo invertido, y si vende mucho, el autor lo cobrará cuando se le paguen las regalías.

Por supuesto que hay muchas excepciones, hay autores muy exitosos que reciben hasta el 18% de regalías (en Francia y en Estados Unidos es habitual), y hay autores noveles que ante la ansiedad por publicar aceptan un 6 o un 7%, a veces nada, y otras veces pagan. Esas editoriales que cobran al autor por publicarle el libro, llamadas Vanity Press,  son un gran negocio, que como su nombre lo indica viven de satisfacer vanidades. No me parece serio, están más cerca del negocio de imprenta que del de una editorial.

Autores que funcionan como cobradores

Hay otras curiosidades. En épocas y países en que cobrar a los libreros no era nada fácil, había libros que le servían a la editorial para poner al día las cuentas atrasadas. El caso más paradigmático eran las novelas de García Márquez, por las que las editoriales pagaban anticipos enormes, que difícilmente recuperarían, pero como ningún librero podía dejar de tener ese libro, estaban obligados a ponerse al día con la editorial. Se los llamaba “autores cobradores”, y su publicación tenía un efecto financiero ajeno al libro en cuestión, de enorme valor para las cuentas de la editorial.

Otro de las razones que ayudó a generar aquel “los anticipos nos están hundiendo” de algunos editores, es la competencia. Muchas editoriales sobrepagan a un autor, para quitárselo a un competidor.

Cuando la editorial Condé Nast, que publica las revistas de más difusión en todo el mundo, contrató las memorias de Jacqueline Kennedy pagando muchos millones de dólares, declaró que la promoción que este contrato le trajo, valía más que el anticipo que habían pagado.

Los riesgos de ser un autor sobre pagado

Hay circunstancias mediáticas, promocionales, a veces inexplicables pero efectivas, (un padrino literario poderoso, un autor con una capacidad de convicción muy eficaz, un error de evaluación), por las que una editorial paga a un escritor una cifra muy superior a la razonable. Nadie piensa en ese momento que ser un autor sobre-pagado, en especial si recién comienza, es una operación de alto riesgo. Obliga al editor a lanzar el libro como algo muy excepcional, ya que necesita vender muchos ejemplares. No siempre hay una relación directa entre la potencia del lanzamiento y el éxito de venta, ninguna campaña de marketing puede más que la percepción y el boca-oreja de los primeros lectores.

El riesgo está en que si la venta, aunque sea buena para una primera novela, no cubre las expectativas requeridas por los financieros de la editorial, a ese autor no le será nada fácil volver a publicar. Probablemente su editor sea el primero que no pueda publicar su próximo libro. Un camino difícil, muchas veces sin retorno. Es un efecto parecido al que sufre aquel autor cuya primera publicación se transforma en un fenómeno de masas y vende millones: lo que le queda para el resto de su carrera es ir siempre hacia menos (ejemplares), algo muy duro de resistir, aunque siga vendiendo una cantidad muy superior a la media.

Como se podrá ver, hay demasiados intangibles, directos e indirectos, cuando se negocia un anticipo, lo que requiere de una gran amplitud de criterio y mucha flexibilidad del editor y del autor o su agente. Las editoriales que establecen normas estrictas, consecuencia sólo de cálculos financieros, probablemente cometerán menos errores, pero se les escaparán algunos de los grandes éxitos imprevistos.

Al final, para saber cuánto pagar por una novela, yo creo que no hay mejor fórmula que la intuición y el saber hacer del editor.

 

 

 

12 comentarios en “¿Cuánto vale una novela?

  1. Muy bueno el artículo.
    Tengo la siguiente pregunta: yo he escrito un libro de no-ficción y un editor me ofrece «comprarme los derechos para imprimir 500 ejemplares», pero me pide que yo le diga cuánto pido por él. ¿Qué cuenta debo hacer para decirle un número razonable? ¿El 10% del valor de venta del libro multiplicado por 500?
    Otra cosa: ¿Hay alguna forma en la que yo pueda estar segura que va a imprimir 500 y no 2000?
    Desde ya agradezco cualquier «luz» sobre el asunto.

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  2. Gracias por poner un poco de luz en el tema. La realidad es que la muchos de los escritores que empiezan con editoriales pequeñas no reciben ningún anticipo. Pero al menos no tienen que costearse la publicación como en otras muchas empresas de servicios editoriales disfrazadas de coedición. Pero ese es otro tema aparte.
    Saludos

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  3. ¿De que magnitud es la parte de la obra que un agente o editor puede aceptar recibir para ayudar a su autor a terminarla? ¿ Media novela, las primeras páginas, las primeras páginas mas la idea general del libro? Es primera vez que escucho este concepto, por eso me llama la atención. Tenía entendido que, por lo general, las editoriales solo revisan libros terminados.

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  4. Qué vasto el mundo de la edición, cuántos secretos, cuántos vericuetos… Creo que lo mejor que podemos hacer quienes escribimos, es dedicarnos a ello sin desenfocarnos, y confiar en un agente (si es que lo conseguimos) que pueda lidiar con todo lo demás. Más allá de que uno sienta pasión por la escritura, es imposible obviar que esto es un negocio y no es posible manejarse en él sin conocer sus reglas. El solo hecho de intentarlo sería un dispendio de tiempo y energía, los que justamente precisamos para escribir. Zapatero a su zapato.

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